Mi puta triste

Apareciste un verano del '99. Al principio sólo estabas ahí, mirándome, burlándote. Vírgen eras en ese tiempo. Te miraba, te contemplaba, tú te limitabas sólo a mirarme, a saludarme. De ahí en fuera no me hablabas aún estando solo nosotros dos en la misma habitación. Te divertía el verme las ganas que tenía de tocarte, de tenerte. Al principio era así, más soy paciente, esperé.

Llegó un día, me acerqué, te vi, te sonreí, te tome del brazo, acaricié rozando tu marcado cuello. Te invité a ir conmigo, temeroso, inquieto. Con las manos calientes y sudadas, nervioso ¡Para nada! Te sonreía más, nos veíamos a reojo mientras avanzábamos a la habitación destinada. Desafiante en tu andar te divertía mi actitud. En mi cama te extendías dejándome ver todo lo que quería de tu piel obscura y brillante. Paseaba mi mirada por tu cuerpo formado en pronunciadas curvas y lo volvía a repetir plácidamente. Miré tu cara sonrojada y tu boca abierta, las acaricié con la ternura que podían dar mis manos por el nerviosismo de la situación, te divertía el verme temblar de las ganas y el no atreverme a ir por más; yo pensaba en que no hay prisas, estábamos solos, la habitación dispuesta sólo para nosotros en este atardecer rojizo. Y estando ahí extendida me puse frente a tí al pie de la cama y empecé a rozar tus partes todas, desde la más fina hasta la más gruesa, y me emocionaba el sonido de tus voces apagadas cuando atinaba dónde tocar, yo te devolvía una pícara sonrisa. Me degustaba la sensación de tocarte poco a poco, de escucharte tus gemidos callados a cada tacto de mis inquietos dedos "¡Tómame!" gritaste, sorprendiéndome la intensidad de tu voz, y la agitación con que me lo pedías me gustó. Lentamente me senté a la orilla de nuestro nido mientras te acariciaba. Y sujetándote de tu pronunciada curva te tomé de ella y te traje a mí abrazándote por detrás , sentándote en mis piernas nerviosas y deseosas de tu piel. Ahí te tenía, retomé el recorrido de mis manos pudorosas sobre tu piel. Y al contemplar la escena que se ponía a mis ojos, tiré a la basura todo pudor, timidez y nerviosismo que quedaran en mi ser.

Con mis manos extendidas te tocaba, te acariciaba; de arriba a abajo y viceversa mientras colocabas mi cabeza en tu brazo para sentir mi respiración en tu piel, te encantaba. Y te tocaba suave y salvajemente y gemías al ritmo de los tactos de mi piel en tu cuerpo bien formado mientras te balanceabas al compás de la danza de mis brazos que en tu totalidad te abrazaban. Y en un arrebato del placer que me causabas aprisioné tu obscura espalda a mi cuerpo y soltando un gemido que tu brazo con mucho gusto recogió. Sintiendo mío tu brazo, sintiendo mío tu cuerpo, sintiendo mías tus refinadas curvas, sintiendo mías tus voces salientes, haciendo tuyo el ritmo de mi pecho, haciendo tuyas las caricias de mis manos por tu cuerpo, perdiéndote en mi abrazo dominante, regalándome tus mejores gemidos chillantes... Gimiendo en nuestras siete voces de placer perdiéndonos en la noche al abrazo de nuestros cuerpos hasta que el placer se hizo infinito y nuestras fuerzas quedaron agotadas. Sonriéndonos el uno al otro, te acostaste sobre mí y dormimos en el séptimo cielo de nuestra aventura.

Te convertiste en la primera, la única, en mi vida: sonriente, feliz, abierta. Me enseñabas todo lo que quería, todo lo que necesitaba. En tu boca mi mano entraba, no te quejabas, te divertía, te gustaba. Entre mis piernas te acomadabas, suavemente encajabas. Perdiéndome en tu brazo, bajando y subiendo por él con la delicadeza, con la rudeza, de mis manos ásperas y dolientes de ternura. Acariciándote completa disfrutaba de tu forma, insinuándome a ir más y más lejos. Chillabas suavemente por ello. Sonreías y lo disfrutabas. Y me complacía en tu placer de enseñarme tus secretos que aún ocultos habitaban en tu cuerpo.

Me acordé de la forma en que tocaba tu cuerpo, al principio tímidamente por mi nula experiencia en tu materia. Me enseñaste a ir cada vez más lejos, y al final de cada sesión siempre te agradecía, y al hacerlo en tus voces se flaqueba tu dureza, por ello tergiversabas tu llanto para que no lo notara aunque siempre sabía lo que pasaba. Pasando el tiempo mi nula experiencia desapareción, sabía tus rincones más sensibles que te hacían gritar; el cómo llenarte completa hasta que tu voz no podía escucharse más y se perdía en el silencio de los gemidos de tu cuerpo. Nos complacíamos mutuamente en cada noche que tu mirada desafiaba.

Y sin importar con quién estuviese en el momento, te quedabas a esperarme, a ir conmigo, disimulando la importancia que le dabas a nuestros momentos juntos, disimulando la sonrisa tierna que te causaba el hecho de decirte que sólo quería estar contigo y el rubor que se hacía presente en tu rostro en cada uno de esos momentos.

Y al paso de los días, de los meses, empezaste a declinar en tus ganas de conocerme; y alimentabas tu ego de las ganas que tenía de tenerte. Y lo único que te quedó de inquieta fué la sonrisa desafiante de cada noche que me esparabas para tenernos el uno al otro. Te quedabas en el claroscuro a observar mis movimientos habituales. Y de nueva cuenta te divertías de las ganas que tenía de tocarte. Y de vez en cuándo te entregabas a mis locuras, pero hasta la comida a la fuerza sabe mal. Perdiste el sazón que ponías en cada sesión.

Pasó el tiempo, conocí a mujeres que me interesaron, y con cada una de ellas hacías méritos para que no las considerara, porque eres cruel al no querer que sea de alguien más lo que por antigüedad te corresponde a tí... eres injusta... puta. Y hoy más me encabrona el hecho de haber seguido tu juego cruel.

Y recalco que eres puta; a cada amigo mío que conocías te la arrimabas, le coqueteabas a mis ojos, les perdías sus ojos en tus curvas bien marcadas en tu piel. Y te hibas con ellos; te dejabas tocar por ellos, les mostrabas partes tuyas que sólo debía conocer yo. Y después de terminar con ellos volvías con tu rostro sonriente a mis brazos diciéndome que sólo existía sólo yo en tu interior, que núnca conocerían lo mejor de tí.

Pero soy celoso, y en más de una ocasión te demostré que no olvido una; por todas las veces que te madrée y raspaba tu delicada piel, por lo puta que te me mostrabas sin sentir culpa alguna por lo que hacías; por el golpe que dejé dibujado en tu sucio abdomen; por la forma grotesca en que callaba tus voces.

Te saqué de dentro de mí sin resentimientos, al cabo del tiempo dejé de tomarle importancia a tus tantas puterías que insinuabas a mi mirada; putas porque ya no era yo el que considerabas al principio como el primero. Me volví intangible a tu tacto, a tu caricia, a tu abrazo; me volví sordo a tus tantas voces con que solías hablarme, a tus gemidos, a tus deseos, a tus plegarias de hacerte caso, a los favores que pedían que te tocara. Te volviste invisible a mis ojos; te volviste inodora a mi olfato, no te sentía y, la verdad, no me importaba; te volviste insípida a mi boca, a mi lengua. De tu existencia no me acordaba.

En más de una ocasión me esperaste al pie de mi cama; me veías entrar por la puerta de tus deseos, llorabas por que te tocara, por que te sintiera, por que te abrazara, por que te tuviera. Chillabas de tristeza a cada paso que daba con el cuál me alejaba. Te ignoraba, tus chillidos, tus plegarias, tus deseos, tus reclamos de atención. Y mi crueldad llegó lejos, no te dejaba ir, no te dejaba morir; regresaba en tu más crítico momento en mi blanco corsel a salvarte de tu pútrido destino, te sonreía, te hablaba bonito de nuestra historia, de nuestros momentos, me reía contigo, te levantaba de tus suelos, te empujaba hacia adelante... y me divertía el hacerlo. Y tan pronto como entrabas a tu camino volvía a ser el culero de siempre por tu existencia despreocupado. Te abandono. Y así ha sido nuestra historia desde entonces, cruel historia de núnca acabar.

Y ésta noche que te ves tan muerta y no existente, me he detenido a observar hoy que me esperaste sentada al pie de mi cama, te ves abandonada, ausente de tí ¡Ja! Me encantó tu desventura. Tan acostumbrada estás a mi indiferencia que no te has percatado de que esta noche te estoy observando de nuevo. Hago mi rutina, fuera zapatos, me cambio de ropa, apago la luz, me acuesto en la cama. Hasta este momento volteas a verme y me muestro indiferente, y a reojo observo la tristeza con la que volteas a ver tus pies y lloriqueas en tu mundo. Sólo que ésta vez me cala ¿Será pendejo el hombre?

Y sin importarme nada me levanto en un giro de la cama, voy hacia tí, te tomo de tus aún pronunciadas curvas y me aferro a tí —a final de cuentas tal vez sea un pendejo. Te abrazo a mi cuerpo mientras chillas y gritas mi nombre que tartamudeas en tu emoción. Te tomo, te toco...

Ella — ¿Porqué haces esto? ¿No se supone que has hecho tu vida? Lo dices al aire cada noche que vengo a esperarte y me ves aquí sentada o acostada ¡Me tienes sufriendo todas las noches de mi vida por los errores que he cometido! ¿Cuándo pagaré mi castigo? ¿No te basta el tener que aguantar yo tu indiferencia? ¿Porqué juegas conmigo?
Phersho — ... [suspiro] Esta noche me he fijado en tí y se me ha antojado tu obscura y brillante piel. Así es, se supone que he hecho mi vida, al derecho y al revés, y me gusta recordarlo en cada noche que llego a mi cama sin importar que estés o no esperándome al pie de ella. Lo hago sin importarme el hecho de todas las noches que te he dejado abandonada ahí sentada, porque tus errores núnca los podrás pagar. Y bien sabes de las ganas que he tenido de madrearte en más de una ocasión de nuevo, así que sabes que mi indiferencia no basta. Y si lo quieres ver así, juego contigo porque quiero.
Ella — [chillidos] ¿Porqué me estás tocando?
Phersho — Porque en ésta noche te me antojas.
Ella — ¿Y qué harás?
Phersho — Te haré mía.
Ella — ¿Y si no quiero?
Phersho — Te tomaré a la fuerza.
Ella — ... [suspiro] [suspiro] [suspiro] Hazme tuya como lo hacías al principio, tocándome de los pies a la cabeza, sintiéndome en todo tu pecho, no me importa si no dices mi nombre, no me importa si para ello tienes que decir el nombre de la persona que amas...
Phersho — ...
Ella — No me importa: sólo tómame. Hazme sentir que todavía puedo ser tuya al menos de mi parte, aunque tu mente y tu corazón estén con una persona más.
Phersho — Hoy te me antojas, hoy te veo con deseo... Y no voy a dejar ir a mi presa.

Y en ésta noche la historia que construí la guardé en mi cajita mental de recuerdos. Y me entregué al placer que antaño sentía con ella. Y revivimos los momentos de nuestra primera vez, la abracé por detrás de sus pronunciadas curvas. Sentí su dura piel obscura y brillante balancearse por mi cuerpo mientras la acomodaba entre mis piernas para que se acomodara. Con un brazo la abracé y con el otro la tomé de su brazo... Y empezó la danza de mi cuerpo en el suyo en la que parecía que sería una aburrida noche... será inolvidable. Y nos sentimos dueños del cuerpo del otro, y nos confesamos rincones y sensaciones que aún quedaban ocultos en nuestros cuerpos. Y nos entregamos al máximo placer al unísono. Y tomamos un momento de relax, voltea a verme; me regala esas pícaras y tiernas sonrisa y mirada que me daba en los primeros días de antaño. Me abraza, se duerme, me dispongo a imitarla. Son las cuatro de la mañana.

Ha llegado el alba, y la he visto tumbada a un lado mío de la cama. Dentro de poco tenía que sacarla, se despertó y se fué regalándome una sonrisa, y mientras salía de sus labios salieron estas palabras:

"No me importa con quién hagas tu historia, no me importa la indiferencia con la que me trates, ni los golpes que me regales... Otras noches estaré esperándote al pie de tu cama para que me regales una noche de antaño como la de hoy. Aquí estará esperándote, una, tu puta triste..."

Comentarios

Anónimo dijo…
A todas las personas que lean esta narración, para vivirla no usen la cabeza sino el corazón. Si pueden sentir cada palabra y suceso, entenderan muchos aspectos sobre como puede llegar a ser la vida. Es de esas cosas que vale la pena leer.

Al escritor:
Sigue adelante.... "the Fact, the Fate", recuerda eso.

Fallen Angel
Jazhael dijo…
Sabes me gusto a forma en la q' desarrollase a historia me encantaria que no lo ubiras sufrido ya que es muy dolorso darse cuenta que muchas veces la persona que mas kieres y x la q' darias todo no puede valorar claramente eso y al no hacerlo te esta haciendo daño y me doy cuenta que en la vida siempre alguien da todo y la otra da menos pero en fin sabes mejor ya no me voy a proyectar asi que bye.

Sabes? me hubiera gustado la razón verdadera de tu historia asi que luego me la cuentas lo que puse fue lo que me fui imaginando con cada una de tus palabras ya que tienes estilo.
Te Xtrañare I and my a & you Baby.
Anónimo dijo…
wow!!
sorry sorry, vez ke me akorde d l k t habia dixo!!!! sorry pro mas vale tarde ke nunka!!
me enkanto la historia, me inspira, me emociona, me hace sentir i pensar, sigue escribiendo, es tan padre saber ke hay alguien ahi kn tanta pasion d dcir las kosas, i dskribir lo ke tal vez todo ser humano por lo menos algun dia pueda sentir.

Entradas más populares de este blog

Razón de...

Coincidencias

Gracias